Por Leo Zuckermann
Se coludieron para incrementar los precios
En una economía de mercado puede haber varias empresas que aparentemente están compitiendo entre ellas. Pero es una práctica muy antigua que se pongan de acuerdo para repartirse el mercado, fijar los precios, reducir la producción y/o bloquear el ingreso de nuevos competidores. Los consumidores salemos perdiendo porque no existe una competencia económica real.
La colusión entre las empresas está penada en México. Le corresponde a la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) investigar y, en su caso, sancionar este tipo de prácticas. El problema es que es muy difícil comprobar empíricamente que supuestos competidores se pusieron de acuerdo. Ni se observa clara y directamente ni es evidente todo el tiempo (puede que haya colusión en algún momento y en otro no).
Con todo y la gran dificultad para probar colusión, los investigadores de la Cofece encontraron varias de estas prácticas en el negocio de distribución de medicinas en México. El pleno de dicha Comisión, con base en diversas pruebas, sancionó a cinco empresas (Casa Marzam, Casa Saba, Fármacos Nacionales, Nadro y Almacén de Drogas), a la Asociación de Distribuidores de Productos Farmacéuticos de la República Mexicana (Diprofar) y 22 personas físicas por prácticas monopólicas absolutas en el mercado de la distribución de medicamentos.
La Cofece impuso las multas máximas en función de la capacidad económica de los sancionados y la ley de competencia vigente al momento de la realización de las conductas. Nada menos que 903 millones de pesos. Además, inhabilitó a diez personas que ejecutaron la colusión para ejercer todo tipo de cargos en dichas empresas en plazos que van de los seis meses a los cuatro años.
La afectación fue muy grave para los consumidores mexicanos. En el país se consumen alrededor de 24 mil millones de pesos anuales en la compra de medicamentos recetados, fármacos que no requieren receta y material de curación. “Se estima que las conductas sancionadas provocaron un daño al bolsillo de los mexicanos de 2 mil 359 millones de pesos”. Con toda razón, Cofece afirma que los más perjudicados fueron los más pobres quienes proporcionalmente gastan más de sus ingresos en medicamentos.
La Cofece encontró cinco maneras como las empresas se coludieron para aumentar los precios en todo el territorio nacional.
Doy un ejemplo: el de los “descuentos limitados”. El precio de un medicamento lo define el laboratorio que lo fabrica. Seguramente usted lo habrá visto en los empaques como “precio máximo al público”. Sin embargo, muchas farmacias lo venden por debajo de este precio. Esto depende del “descuento” que el distribuidor les haya ofrecido a las farmacias. Bueno, pues Almacén de Drogas, Casa Saba, Fanasa, Marzam y Nadro “se coludieron para homologar una lista de productos respecto de los cuales establecieron un monto máximo de descuentos que debía ser observados por todos estos agentes. Por su parte, la Diprofar recibía las listas proporcionadas por cada uno de los distribuidores para posteriormente integrarlas y enviarlas para su cotejo y observaciones. Esto evitó que los distribuidores compitieran por los clientes, es decir, las farmacias”.
Este caso todavía no termina. Los afectados podrían recurrir al Poder Judicial de la Federación para que éste revise la legalidad de la actuación de la Cofece. Seguramente esto ocurrirá por el monto que está en juego. Vamos a ver qué dicen los jueces de la investigación por estas prácticas anticompetitivas de colusión.
Los lectores de esta columna saben que su autor está a favor de la economía de mercado. Es el mejor sistema para asignar eficientemente los bienes escasos. Pero una de las condiciones para que funcione el capitalismo es que exista una auténtica competencia. Desgraciadamente, a muchos seudoempresarios no les gusta competir. Prefieren monopolizar un mercado o ponerse de acuerdo con sus competidores para repartirse el pastel. Los consumidores son los que salen perdiendo. Le corresponde al Estado, con toda su fuerza punitiva legítima, castigar a aquellos pillos, disfrazados de empresarios, que le extraen recursos a la sociedad con prácticas anticompetitivas.
Un último punto. Las leyes de competencia económica y la Cofece se establecieron durante el periodo neoliberal que tanto aborrece este gobierno. Antes no había manera de sancionar prácticas monopólicas. Yo lo considero como un gran avance para la economía de mercado y el bienestar social. Por desgracia, cegados por la ideología, no lo ven así en Palacio Nacional.