Por Leo Zuckermann
Cállese, Presidente… y los demás
No soporto la legislación mexicana electoral que limita la libertad de expresión. Es absurda y cada vez más. La culpa la tienen las fuerzas de izquierda que, cuando perdieron en 2006 la elección presidencial, presionaron a fin de modificar las leyes y restringir que los actores políticos pudieran hacer lo que deben hacer, es decir, política. No sé cuántos artículos he escrito sobre este tema, pero no me canso de hacerlo por la ridiculez que entraña.
Bueno, pues este tema del “cállese, usted” ya también llegó al ejercicio de revocación de mandato. Resulta que el Presidente deberá permanecer en silencio durante este proceso. No podrá hacer campaña a su favor. Es como si a un incriminado se le negara testificar a su favor en un juicio. De ese tamaño es el absurdo. “Usted, cállese, que no tiene derecho a defenderse”.
El año que entra, de conseguir las firmas para el proceso de revocación del mandato, el que sufrirá las consecuencias será Andrés Manuel López Obrador. Algo de justicia divina hay en esta prohibición, puesto que fueron los propios lopezobradoristas los que presionaron para limitar la libertad de expresión en México.
Pero, más allá de la justicia divina, lo importante es que un presidente pueda defender su permanencia en el poder. Lo justo es que el jefe del Ejecutivo, independientemente del partido del que provenga, pueda hablar para convencer al electorado que debe seguir en su puesto.
Sin embargo, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ha determinado que los presidentes no pueden opinar o informar acerca de la consulta de revocación de mandato, ya que, de hacerlo, violaría la Ley Federal de Revocación de Mandato. Mientras se decide su futuro, los mandatarios deberán guardar silencio.
No sólo ellos. Según la misma ley, “los partidos políticos podrán promover la participación ciudadana en el proceso de revocación de mandato y se abstendrán de aplicar los recursos derivados del financiamiento público y del financiamiento privado para la realización de sus actividades ordinarias permanentes o sus actividades tendientes a la obtención del voto con el propósito de influir en las preferencias de las ciudadanas y los ciudadanos”. O sea, sólo pueden llamar a participar, pero no hacer propaganda a favor o en contra de la revocación del mandato. ¡A quién se le ocurrió esto!
Y claro, como siempre en nuestras legislaciones, “ninguna otra persona física o moral, sea a título propio o por cuenta de terceros, podrá contratar propaganda en radio y televisión dirigida a influir en la opinión de las y los ciudadanos sobre la revocación de mandato”.
En suma, que se calle el Presidente, los partidos y toda persona física y moral. Que nadie haga campaña. Silencio en las barricas.
¿Qué clase de consulta popular es una donde nadie puede hacer campaña en los medios de comunicación sobre lo que está en juego? Una surrealista.
Agréguese que “durante el tiempo que comprende el proceso de Revocación de Mandato, desde la emisión de la Convocatoria y hasta la conclusión de la jornada de votación, deberá suspenderse la difusión en los medios de comunicación de toda propaganda gubernamental de cualquier orden de gobierno”.
Eso sí, el INE “deberá organizar al menos dos foros de discusión en medios electrónicos, donde prevalecerá la equidad entre las participaciones a favor y en contra” de revocarle el mandato al Presidente.
Dos debates y punto. Eso es todo.
Pero no nos enojemos porque “los ciudadanos podrán dar a conocer su posicionamiento sobre la Revocación de Mandato por todos los medios a su alcance, de forma individual o colectiva”. Hombre, muchas gracias. Salvo, claro, que no lo podrán hacer por medio de spots de radio y televisión.
Yo no sé si se consiga 3% de firmas del listado nominal para convocar a la revocación de mandato. Si es así, serán absolutamente ridículas las restricciones a la libertad de expresión de los que estén a favor de que se quede el Presidente y de los que están en contra.
Otra muestra más de nuestro absurdo sistema electoral. A ver si los actores políticos, todos, ya se convencen, de una vez por todas, que llegó la hora de desregular tantas restricciones y dejar que políticos, partidos, gobernantes, organizaciones de la sociedad civil, personas físicas y morales puedan decir lo que se les pegue la gana de lo que le conviene al país en una elección popular.