Por Yuriria Sierra
Tres postales de Lozoya
La analogía es inevitable: la cena en un restaurante de lujo salió más cara de lo que él mismo habría deseado. Emilio Lozoya pasó su primera noche en el Reclusorio Norte. Y aunque es sólo el juez quien acredita responsabilidades y condenas, es claro que, en el caso del exdirector de Pemex, las consideraciones hacían del expediente un ejemplo de impunidad y abuso que fue exponiendo a las autoridades. El presidente López Obrador afirmó, tras aquella celebración en el Hunan, que no era ilegal, sino inmoral; pero ayer fue también su pase de entrada para el reclusorio. Aunque llegó con la esperanza de que el juez le concedería una sexta extensión de plazo para entregar pruebas y sustentar sus acusaciones, identificaron riesgo de fuga.
La primera postal era muy clara: ¿qué personaje acusado de recibir sobornos de millones de dólares se atreve a salir a un restaurante exclusivo, cuando había argumentado prisión domiciliaria para no atender otra demanda, la de difamación contra mi compañera Lourdes Mendoza? A todas luces, esto fue considerado una afrenta para la Fiscalía General de la República, que había sido tan cautelosa y condescendiente con el acusado, le dio la oportunidad de apegarse al principio de oportunidad, pero él optó por exhibirse, retar a las posibilidades en la ley. Hoy, Emilio pernoctará de nuevo en prisión.
Qué escándalo habría sido que no se ordenara el cambio de la medida cautelar; habría sido la confirmación de la burla: México es uno de los países que no ha generado condenas por el expediente Odebrecht. Éste es un primer paso, el primero contundente en dos años.
La otra postal: a Lozoya le ocurrió lo que a Rosario Robles (aunque ella, con más valentía, se presentó desde el primer llamado), acudió a una audiencia que acabó con su ingreso a prisión. ¿Cuántos personajes están remojando sus barbas en este momento? Lozoya en casa les daba tranquilidad, hoy ya sólo se tratará de acusaciones para salvar la libertad. La gran prueba para el aparato de justicia y del combate a la delincuencia de cuello blanco de la que tanto escuchamos en Palacio Nacional.
Otra postal, la vimos justo la mañana del miércoles: a pesar de que la presencia de Lozoya en un juzgado tardó al menos dos años desde su deportación; para esta audiencia presencial se atrevió a romper el protocolo de llegada 40 minutos antes y apareció casi 20 minutos después. Mucho tumulto, reporteros y camarógrafos capturaron los jaloneos, la lente de La Lista tomó su casi caída. Y esa habrá sido una de sus últimas interacciones al aire libre, al menos por ahora. Lozoya preso, ahora sólo falta la condena, después de todo, ya aceptó los delitos o no habría tenido oportunidad de apegarse al principio de oportunidad. Aunque, claro, esto también marca el inicio de una nueva temporada de este show tan taquillero para algunos.