Antes de la misa, el papa rezó en el puerto, donde se produjo la catastrófica explosión el 4 de agosto de 2020, que causó la muerte de más de 220 personas, dejó más de 6 mil 500 heridos y devastó amplias zonas de Beirut. En un monumento a los fallecidos, con contenedores de transporte, escombros y los silos de grano devastados visibles en las cercanías, León XIV encendió una lámpara después de rezar en silencio.
A continuación, estrechó la mano, bendijo y habló con los sobrevivientes y familiares de las víctimas, incluidos niños, muchos de los cuales sostenían fotos de sus seres queridos.
“Justicia”
Cecile Roukoz, una abogada cuyo hermano murió en la tragedia, dijo: “Estamos muy agradecidos por esta visita del papa (…) Sabemos que él alza su voz” por la justicia “y necesitamos justicia para nuestros hermanos y todas las víctimas de esta explosión”.
Ningún responsable ha sido llamado a rendir cuentas por la explosión del puerto de Beirut, una de los mayores estallidos no nucleares de la historia. El papa dijo que esa visita al puerto lo emocionó “profundamente”.
“He rezado por todas las víctimas y llevo en mí el dolor y la sed de verdad y justicia de tantas familias, de todo un país”, declaró León.
La primera parada del papa este martes fue en un hospital psiquiátrico dirigido por monjas cerca de la capital, donde fue recibido por el personal y los pacientes con vítores, aplausos y una lluvia de pétalos de rosa. Marie Makhlouf, madre superiora de la congregación de las Hermanas Franciscanas de la Cruz, agradeció emocionada al pontífice por ser “un padre para los olvidados, los abandonados y los marginados”.
“No podemos olvidar a los más frágiles”, dijo el papa, rindiendo homenaje a la labor de la institución.
El lunes, el pontífice instó a los religiosos cristianos y musulmanes a combatir la intolerancia y recibió una bienvenida digna de una estrella por parte de unos 15.000 jóvenes en Bkerke, sede de la Iglesia maronita.
“Ustedes tienen el entusiasmo necesario para cambiar el curso de la historia”, les dijo.