Por Yuriria Sierra
Trabajos a toda madre
Ésta será la realidad de miles de mamás, en México o cualquier parte del mundo, me lo narró una importante pieza de mi equipo de la emisión de TV (sin ella, la manufactura del noticiario no sería la misma): para este 10 de mayo, las organizadoras del festival por el Día de las Madres en la escuela de su pequeño decidieron que el festejo sería este viernes a las 10 de la mañana. Ella preguntó cuál sería la opción para las mamás que trabajan, ¿podrían unirse vía remota, tal como los dos años anteriores? Y la respuesta fue que no, que sólo hay opción de asistir de forma presencial.
“Lástima que te lo perderás…”, respondió otra de las mamás en el chat grupal.
La emergencia sanitaria nos obligó a la adaptación. Nos dimos cuenta de que muchas cosas funcionaban a pesar de desarrollarse en un entorno distinto. Esto tendría ya que ser motor para crear nuevas dinámicas y enriquecerlas. Mi compañera, quien durante la jornada de sana distancia y en los meses de semáforo epidemiológico en alerta asistió a varios eventos escolares a través de zoom, ahora quedó excluida de una celebración importante y merecidísima, porque no logramos crear el escenario para que lo que conocíamos y lo que sorprendió puedan coexistir. Un factor más cuando hablamos de la desigualdad laboral que enfrentamos las mujeres y de los incisos que padecen las que deciden ser madres.
Sólo cuatro de cada diez mexicanas en edad de trabajar son parte de la población económicamente activa. A este porcentaje, por debajo de la media mundial, debemos agregar que esta fuerza laboral recibe un 20% menos de sueldo que el que percibe un hombre que realiza el mismo trabajo. Una desigualdad tras otra. Cuando una mujer que trabaja se convierte en madre, sólo tiene aseguradas seis semanas de descanso antes y seis semanas después del parto con goce de sueldo, después, será cosa suya el cómo se las arregla para cumplir con el trabajo que le permite obtener un ingreso y cumplir con las responsabilidades que implica un hogar. Y en un contexto como el que atraviesa nuestro país, donde se ponen en duda programas como las estancias infantiles o las escuelas de tiempo completo, la lista de batallas crece.
Y, como refiero al inicio de este texto, la brecha también se abre en dirección opuesta. Mujeres trabajadoras excluidas de actividades que se piensan sólo para las madres que están en casa (realizando trabajo no remunerado, ésa es otra historia).
Según el estudio #RankmiPulse, tras la pandemia, estos son los beneficios más valorados por las madres: modelos de trabajo híbridos o teletrabajo, flexibilidad horaria, apoyo en estancias infantiles, seguro de gastos médicos, vales de despensa, bonos de productividad y fondo de ahorro. Si el propósito es reducir la brecha laboral que vivimos las mujeres, autoridades y empresas deberían comenzar a trazar la ruta para transicionar: dar los elementos necesarios para que las mujeres que trabajan puedan desarrollar óptimamente todos sus frentes. Comenzar incluso con la percepción que se hace de una mujer trabajadora a ras de calle: hacer incluso accesible su asistencia a un festival del Día de las Madres a través de los vehículos que nos ofrece la tecnología.
El 10 de mayo es un día casi sagrado en México, hagamos también sagradas las posibilidades para las mujeres que son madres. Más que sagradas, hagámoslas reales.
