Por Yuriria Sierra
¿Qué fue lo que pasó?
De pronto una noticia: robo histórico, tenía los elementos para ser considerado el robo del siglo. Y cómo no: una veintena de contenedores robados en el puerto de Manzanillo, Colima; en algunos de ellos había televisores y aire acondicionado, pero en otros, el botín más jugoso, oro y plata. En un primer informe, las autoridades estimaron que la operación había durado varias horas, casi diez. Sonaba lógico, para mover tal cantidad de objetos que, además, eran de gran tamaño. El robo tenía que haber sido multimillonario. ¡Oro! ¿En lingotes? ¿En cuántos contenedores había tal? Un lingote, en su valoración más baja, alcanza los 740 mil dólares. Imaginemos la dimensión del hurto. ¿Quién era el o los propietarios de todo lo robado? Otra incógnita.
Días después, que siempre no, llegaron algunas precisiones: el robo se cometió a inicios de junio, pero no hubo reporte en su momento; tampoco fueron 20 contenedores, sino 16; y no, ni oro ni plata, era cierto lo de los televisores y equipos de aire acondicionado, pero de los metales nada. Sí, se trataba de un botín jugoso, pero en su sentido más literal: néctar de durazno. También se aclaró que ocho contenedores habían sido recuperados días después del robo. Apenas ayer, el ayuntamiento de Manzanillo clausuró patios particulares de contenedores que trabajan para el puerto, incluido el patio de maniobras Alfonso Mireles, donde habría ocurrido el robo el pasado 5 de junio. Ya son 12 días del acto delictivo y no hay información precisa, sólo una promesa de Andrés Manuel López Obrador para que la Secretaría de Marina difunda un informe detallado de lo ocurrido. Doce días y ninguna autoridad ha podido explicar qué sucedió en un hecho que apuntaba para convertirse en la nota del año. Oro y plata robados dentro de contenedores ubicados en uno de los puertos más importantes del país y el “¿qué fue lo que pasó?”, parece ser la pregunta que también se hacen autoridades de los tres niveles de gobierno.
Y este caso es tan representativo de cómo opera nuestro país. Algo absurdo, incluso. Que días después hayan aclarado que el robo no había sido de oro, sino de una confusión, porque una de las empresas afectadas tiene la palabra “oro” en su razón social, es un autogol para todos, un ridículo. Así de ineficaz es la rendición de cuentas y el actuar de las autoridades a cargo de la seguridad del país que se vigila desde todos sus frentes. Es la bola de nieve que ha ido creciendo al paso de los años, de las décadas, por eso tantos delitos con expediente abierto y conclusión lejana. Por eso también la impunidad.
Así como nadie dijo nada durante una semana sobre este robo, así también nos dijeron en Nuevo León que el cuerpo de Debanhi apareció en un lugar que ya había sido revisado días antes, otro ejemplo. En el caso de la joven, a más de dos meses de que se reportó su desaparición, van por una tercera autopsia, una exhumación, y la promesa de autoridades a la familia de que ahora sí se tendrán resultados concluyentes. Ahora sí, porque los responsables de las investigaciones no han logrado responder la pregunta que se hizo el país entero: ¿Qué fue lo que pasó?
“Cuando hay un segundo peritaje por parte de la Comisión Interdisciplinaria, encuentran muchas omisiones y por lo mismo se determinó, me pidieron la autorización para realizar esta exhumación, ya que a la par nosotros, como familia, antes de que la enterraran también realizamos un peritaje externo y donde también encontramos muchas diferencias y aquí ya se va a homologar un solo dictamen para determinar las causas de la muerte…”, me dijo ayer Mario Escobar, padre de Debanhi en entrevista para Imagen Televisión.
¿Qué fue lo que pasó?, una pregunta que ni las instituciones son capaces de responder y que abren paso a expedientes que cada vez se llenan de absurdos y omisiones, ¿quién va a rendir cuentas por eso?