Por Yuriria Sierra
Cadena de mando
Se llama Vadim Shishimarin, tiene apenas 21 años, tendría que estar en la universidad, disfrutando esa etapa en la que se conoce a mucha de la gente que se convierte en pilar de vida. Tendría, pero no es así. Shishimarin está preso. Hace unos días se declaró culpable de matar a un civil ucraniano en una región al norte de ese país que desde hace más de 70 días vive bajo fuego por la invasión rusa. Hoy está considerado un criminal de guerra. Él es militar de cuarta división en un cuartel de la Guardia en Moscú, cuatro días después de iniciada la invasión, el joven comandante mató a un hombre desarmado y en bicicleta, la víctima tenía 62 años.
—¿Qué sentiste cuando mataste a mi marido? Dímelo, por favor…
—Miedo. Entiendo que probablemente no seas capaz de perdonarme. Pero te pido perdón.
—Él era todo para mí. Era mi defensor…
Fue el diálogo que intercambió el acusado con la mujer a la que dejó viuda. Como él hay al menos 40 soldados rusos en espera de su proceso. Todos considerados criminales de guerra. Para el caso Shishimarin, la fiscalía pide cadena perpetua, aunque su vida también podría ser moneda de cambio. La familia de la víctima ha accedido a que se ofrezca al militar a cambio de integrantes del Ejército de Ucrania que están hoy detenidos en Rusia.
De este lado del mundo, en ese país que justo apela por la libertad y pueblo ucraniano, pero donde se puede comprar un arma con la misma facilidad con la que se pide una BigMac, otro joven, éste de apenas 18 años, también se declaró culpable. El fin de semana pasado, disparó desde que bajó de su auto en el estacionamiento de un supermercado en el estado de Nue va York. Eligió este lugar, tras un riguroso análisis: estaba en el código postal que registraba la mayor población afrodescendiente de la zona. Condujo durante más de tres horas desde su casa. Mató a 10 personas a quemarropa. Al ser presentado ante el juez Payton Grendon, explicó que el suyo era un absoluto crimen de odio: se basó en la ideología supremacista que conoció por primera vez en internet y en la que se alerta de una sustitución de los “blancos” por los afrodescendientes.
En Rusia, el mismo día en que Shishimarin se encontraba con la justicia de Ucrania, Vladimir Putin despidió a altos mandos militares, pues consideró que su trabajo había sido deficiente durante la operación en el Donbás, reportaron medios británicos.
En EU: “El año en que se registra la mayor cantidad de muertes por armas y también la mayor venta de armas de fuego, fue el año que la pandemia del coronavirus empezó a esparcirse por Estados Unidos, aseguran expertos. De hecho, casi el doble de estas nuevas armas apareció en las escenas de crimen en 2020 en comparación con 2019…”, reportó Los Angeles Times.
¿Cuál es el cruce de esto? Vadim y Payton, jóvenes que terminarán sus días en prisión, pasarán a la historia como criminales, porque aceptaron la orden de quienes han decidido generar, alimentar estos conflictos. Putin decidió la guerra, pero hoy dormirá en paz. Y en EU, los republicanos y su ala más radical siguen la efervescencia que impulsó
Donald Trump, quien también hoy dormirá en paz. Estos jóvenes, los eslabones más frágiles de una cadena de mando que muy pocas veces tiene consecuencias para sus mandos más altos. Eso es también el mundo, aún en pleno siglo XXI.