Por Yuriria Sierra
Ingeniería electoral 4T
Avisados estamos. Sabiendo que el terreno no está precisamente fértil para una victoria legislativa, Andrés Manuel López Obrador envió su propuesta de reforma electoral. Lo hizo contra la pared, en el último día de periodo ordinario.
Y tal como lo adelantó, así va su ideal: Se va el INE para dar paso al Instituto Nacional de Elecciones y Consultas; sus integrantes, a.k.a. consejeros, se elegirán a través del ¡voto popular! Lo mismo que los magistrados.
También bye, bye a las diputaciones federales plurinominales, lo mismo a algunas curules en el congreso federal y los estatales. Y lo más doloroso para los partidos, aquí sí ninguna objeción: recibirán recursos sólo durante procesos electorales.
Desde luego que en la visión del titular del Ejecutivo esto no va, en lo absoluto, camino a fortalecer al partido en el poder, claro que no, sino para hacer de la democracia mexicana un ejemplo de institución al servicio de los ciudadanos y estableció que la intención de la reforma no es la de fortalecer al partido en el poder, sino el ejercicio pleno de la democracia para los ciudadanos.
“Estamos garantizando el voto de los ciudadanos. Es la aplicación plena de la democracia, van a ser los ciudadanos los que van a elegir libremente a sus representantes y se cuida también de que todos puedan participar en las elecciones y puedan tener espacios en el congreso, pero quien va a decidir sobre los diputados van a ser los ciudadanos, va a ser el voto de los ciudadanos y no hay la intención de que se imponga un partido único, lo que queremos es que haya una auténtica, una verdadera democracia en el país y que se termine con los fraudes electorales, que sea el pueblo el que elija libremente a sus representantes”, dijo el Presidente en Palacio Nacional, previo a dar la palabra a Horacio Duarte que, aunque hoy en Aduanas, llegó a la conferencia en su calidad de exrepresentante de Morena en el INE, ese instituto al que se empeñan en golpear, para ser quien diera el adelanto de la reforma con bombo y platillo.
Esta iniciativa plantea la reforma de 18 artículos constitucionales y, fieles a su política de austeridad, también un ahorro de hasta 24 mil millones de pesos. Menos curules en el Poder Legislativo, pero también menos representación. Menos consejeros y magistrados, pero también un nuevo instituto electoral para sustituir a uno que funciona y lo hace muy bien.
Consejeros y magistrados elegidos mediante el voto popular, para abaratar las cabezas fundamentales en la operación de estructuras políticas de este calibre, poca buena cosa puede augurar. Menos recursos a los partidos, no suena tan mal, la cosa será también marcar pautas y lineamientos para nuevas vías de financiamiento.
México tiene hoy una democracia que permite la alternancia, o la 4T no estaría aquí; el INE es uno de los órganos autónomos que más fuerza y solidez ha demostrado en los últimos años y que costó sangre, sudor y lágrimas construir.
Es momento de defenderlo.