Por Yuriria Sierra
¿En defensa de la qué y de quiénes?
Esperaban que fuera una reunión en vivo, frente a frente, pero la pandemia transformó el encuentro en una conversación virtual. Andrés Manuel López Obrador habló en videoconferencia con Christopher Dodd, senador de Estados Unidos y asesor especial de Joe Biden para la organización de la Cumbre de las Américas que se realizará en unos días en Los Ángeles, California. Y este evento ha estado en la agenda pública las últimas semanas. El Presidente mexicano advirtió que no asistirá si en la lista de invitados no aparecen los representantes de todos los países del continente.
Y para subrayar la palabra todos, habló específicamente de Cuba, Venezuela y Nicaragua, territorios en los que la democracia, sabemos, es prácticamente letra muerta.
La declaración de López Obrador llegó previo a su gira por Centroamérica, aunque no sólo se reunió con los presidentes de Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador, también aprovechó para viajar a Cuba, donde expresó aliento y apoyo contra el bloqueo económico que permanece en la isla. México se convirtió así en el “hermano” latinoamericano que movió las aguas, porque después de esto, el presidente de Guatemala afirmó que, aun siendo invitado no asistirá a la Cumbre, lo mismo que el de Bolivia. La presidenta hondureña se sumó al posicionamiento de López Obrador y advirtió que tampoco irá si se excluye a Cuba, Venezuela y Nicaragua. El de Argentina instó también a invitar a todos los países del continente.
Sin embargo, la ironía, los datos, la realidad: justo el miércoles, el día en que el Presidente mexicano habló con el representante estadunidense, el gobierno de Nicaragua, al mando de Daniel Ortega, arrestó a Yubrank Suazo, un líder de apenas 31 años, identificado como un opositor presente las protestas de 2018 que dejaron al menos 350 muertos por la represión de las fuerzas oficiales. Hoy se vence el plazo para que se decida su situación jurídica, ha permanecido preso estas 48 horas. Con él ya son 182 opositores encarcelados. Entre ellos siete candidatos presidenciales detenidos el año pasado, previo a la elección en la Ortega aseguró un cuarto mandato consecutivo. Incluso la represión ha alcanzado a la prensa, directivos de medios críticos al gobierno ya tienen sentencias dictadas. En Nicaragua nada huele a democracia.
Y Nicaragua como la sombra de Venezuela, en donde actualmente hay al menos 111 militares presos políticos. Los tribunales alineados a Nicolás Maduro, generan condenas o congelan los casos de cualquier miembro de las fuerzas armadas que se haya rebelado contra el régimen. Es justo la liberación de estos presos una de las condiciones que ha puesto la oposición para retomar el diálogo que inició y se pausó hace unos meses en nuestro país. Pero no sólo reprimen a los militares disidentes, tan sólo hay que recordar el caso de Leopoldo López, hoy exiliado, líder opositor que pasó varios meses en prisión. Venezuela, como Nicaragua, países en los que disentir dejó de ser alimento para el diálogo y se volvió en un delito.
Y en Cuba, por mencionar sólo un ejemplo, desde las manifestaciones de julio pasado, personas de todas las edades han sido detenidas, acusadas, juzgadas y condenadas por haber participado en las movilizaciones en las que ciudadanos se atrevieron a exigir medicinas y alimento, pues la eterna crisis social y económica que ha habitado en la isla desde hace décadas, se encontró con la emergencia sanitaria.