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‘Si no me curo vengo por ti’

‘Si no me curo vengo por ti’

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Atender un centro de salud en zonas bajo el control del narco en México representa, para los pasantes de medicina, arriesgar la vida y dar atención a punta de pistola, revelan en testimonios recabados por REFORMA.

«¿A ti qué vergas te importa cómo me llamo? Necesito que me des lo que necesito y, si no me siento mejor, vengo por ti», fue la respuesta que recibió el pasante Carlos, cuando preguntó el nombre del joven de entre 15 y 16 años que llegó a solicitar atención médica por un fuerte dolor abdominal.

El «chavito», contó el doctor, iba armado. «La atención se le brindó armado», y no llegó solo.

«Eran como cuatro o cinco. Entraron con armamento pesado de armas largas, con radios, cachuchas, en una camioneta bastante grande», recordó.

El hecho ocurrió en octubre del año pasado en el centro de salud de TepehuanesDurango, aproximadamente a cuatro horas de la capital.

El doctor le explicó al joven que tenía indicios de apendicitis y que requería estudios para confirmar el diagnóstico.

«Lo más que podía ofrecerle era una pastilla para el dolor y eso no iba a solucionarle el problema. Sentí temor, pero le dejé bien en claro que tenía que ir por una atención de un nivel más avanzado.

«Lo único que me dijo fue: ‘Ahorita platico con mi jefe’.

¿Quién era su jefe? ¿Por qué tenía que avisarle a él, si la atención era directa con él?».

Levantones

Las guardias en la madrugada representan un alto riesgo para los pasantes.

Un médico contó que en noviembre del año pasado, a las dos de la mañana, llegó por él un grupo de cuatro personas con armas largas.

Se lo llevaron en una camioneta sin placas, con vidrios polarizados y blindada, para dar atención a una mujer de la tercera edad en estado crítico que requería ser trasladada a un hospital.

«Tenía una cetoacidosis diabética, estaba inconsciente, bastante deshidratada, con la glucosa bastante alta. Era la mamá de una de esas personas. Tenía una diabetes en descontrol», relató.

Se enojaron, pero aceptaron trasladarla al centro hospitalario más cercano y luego uno de ellos lo regresó a su centro de salud en la misma camioneta.

Sin medicinas

En Tepehuanes, Durango, un médico residente recibe una beca de mil 200 pesos quincenales por atender un centro de salud en condiciones deplorables.

«No tenemos nada, a veces ni siquiera guantes o jeringas.

«Cuando alguien llega con dolor, lo mucho que se le puede ofrecer es un paracetamol, un naproxeno», detalló.

Ni siquiera se atreven a atender a mujeres embarazadas.

«Si ellas deciden tener a su bebé en el centro de salud corren riesgo de una hemorragia y no tener cómo controlarla. No tenemos a veces ni sábanas limpias. En caso de una complicación se muere ahí, habría complicaciones incluso con el recién nacido, no tenemos nada para él».

Incomunicados

Para llegar a su unidad médica, en Indé, Durango, Erick debe pedir «ride» a los pobladores, porque no hay transporte público. Sin vigilancia El médico residente de Indé lamentó que no haya presencia de elementos de seguridad pública más frecuentemente.

«Es ridículo que se presente una patrulla de Policía estatal una vez cada dos semanas. El peligro es latente.

«Aquí están acostumbrados a tener armas en sus hogares la gran mayoría de los pobladores, porque la presencia del crimen organizado es obvia y no tenemos vigilancia, estamos desprotegidos», lamentó.

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