Por Yuriria Sierra
Ay, esa campaña contra los abrazos
No es que hace una semana el nuestro fuera un país rebosante de tranquilidad y seguridad. De hecho, al paso de las semanas, durante este 2022 se han acumulado récords y más récords: el fin de semana con más asesinatos o el mes que marca un nuevo máximo histórico. Un cotidiano que se aferra a volverse una parte irrelevante de la norma, lo que jamás debemos permitir. Sin embargo, hace justo una semana dio inicio una narrativa, además de dolorosa, imposible de retratar bajo el discurso complaciente. No hay forma. El crimen organizado tiene una vía para demostrar su apuesta y ésa es la que les permite comenzar el ataque a civiles. Pocas postales muestran la debilidad de la autoridad cuando ésta es incapaz de proteger a sus gobernados.
Primero fue en Guanajuato y Jalisco. Un par de días después, en Ciudad Juárez. Para el viernes, la violencia se ubicó en varios puntos de Baja California: Tijuana, Mexicali, Tecate, Ensenada. El estallido: tiendas de conveniencia incendiadas, unidades de transporte público y de personal también envueltas en llamas. En Ciudad Juárez, la ida a una pizzería se convirtió en una sentencia de muerte, incluso para un grupo de comunicadores que transmitían desde el que tendría que ser uno de los millones de lugares en el país que obligan al ambiente seguro. Las autoridades rápidamente se apresuraron a dar explicaciones: que si todo se debió tras una trifulca al interior del penal, que por una reunión de líderes. Razones que no se usan para contextualizar, sino para justificar el mal trabajo, la omisión. Así lo demostró la alcaldesa de Tijuana cuando envió un mensaje a los “malandros”: “No vamos a permitir que un solo ciudadano tijuanense pague las consecuencias de quienes no pagaron sus facturas (…) Pedimos (al crimen organizado) que cobre las facturas a quienes no les pagaron lo que les deben…”, palabras de Monserrat Caballero, mismas que se escucharon primero el viernes por la noche, en medio de la conmoción por los ataques en la ciudad fronteriza, después reiterado en un comunicado y, de nuevo, reiterado ayer lunes en una conferencia en la que quiso mostrar fuerza: que se cobren entre ellos.
Y por más increíble que suene esta expresión de la presidenta municipal, de extracción morenista, acaso ésta será una más de las declaraciones insólitas que hemos escuchado en las últimas horas a razón de esta violencia. Si creíamos que esta administración no se superaría en la narrativa y percepción de nuestra realidad, aquí estas perlas:
“Hay un interés de nuestros adversarios de magnificar las cosas y de hacer un periodismo sensacionalista, amarillista…”, dijo Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional. La violencia es más una cuestión de percepción fraguada por malévolos conservadores.
“Sostenemos que tiene mucho de propagandístico. Le voy a dar un ejemplo, nada más en el último día del año pasado en París quemaron 874 vehículos, anoche u hoy en la madrugada en las mismas calles de París creo que son 17 vehículos quemados (…) No son atentados terroristas, no hay que magnificar los hechos, no va más allá de la propaganda…”, afirmó Adán Augusto López en la conferencia a mediodía donde él, junto con la secretaria de Seguridad y el de la Defensa Nacional insistieron en el mensaje de todo bajo control. El mismo secretario de Gobernación incluso se dio la oportunidad de justificar a la alcaldesa de Tijuana, asegurando que a veces los nervios nos traicionan.
Una semana, la rendición de cuentas, por muchas conferencias matutinas, sigue como un fantasma que a esta administración no asusta. En Palacio Nacional no importa el fuego, no importa la sangre, siempre prevalecerá el dolo contra su movimiento: “Yo le diría que, contundentemente, que la estrategia de seguridad de México está dando resultados. Ya fueron presentados aquí los números, las estadísticas, hay una clara tendencia a la baja de la incidencia delictiva…”, respondió López Hernández. Horas antes, el Presidente expresó: “Vamos bien, no se dejen manipular…”.
Este fin de semana se registraron 196 asesinatos en el país, pero no es violencia, es cuestión de percepción, es una campaña contra la estrategia, contra los abrazos.