El artista francés Joanie Lemercier canceló la venta de seis de sus obras como NFT (Token No Fungible) al calcular que la transacción, en sólo diez segundos, consumiría la energía necesaria para alimentar su estudio durante dos años.
Al entrar al mercado del criptoarte, pretendía reducir el impacto ambiental de sus viajes en avión en los últimos 15 años para asistir a galerías, festivales, ferias y demás eventos relacionados con su obra.
Pero al enterarse del gasto irracional de energía y emisiones de carbono que provoca una venta en la plataforma Nifty Gateway, con Ethereum, dio marcha atrás. «Es una de las plataformas de NFT más contaminantes», denunció el artista en su sitio.
Lemercier se hizo eco de fuentes como el digiconomista Kyle McDonald y del estudio The Unreasonable Ecological Cost of CryptoArt, hecho por el tecnólogo creativo Memo Akten desde una perspectiva ecologista que, después de analizar 18 mil NFTs, concluyó que cada una de estas obras produce en promedio una huella de carbono equivalente a más de un mes de electricidad de un habitante de la Unión Europea.
Cuando alguien compra un NFT está comprando un certificado digital de propiedad único, que permite la transferencia o venta de obras de arte digitales, y está protegido por una tecnología llamada blockchain.
«Me preocupaba que la gente no fuera consciente de cómo funcionaban estas blockchains; muchos artistas que se adentraban en el espacio de los NFT no eran conscientes de los impactos ecológicos (…) La gente pensaba que subir un NFT era simplemente como tuitear o poner un vídeo en YouTube, pero no es así», declaró Akten en una entrevista al AND Festival del Reino Unido, especializado en arte y tecnología.
La blockchain Ethereum implica una función informática de alto consumo energético llamada «minería», como refiere Peter Howson, profesor de la Universidad de Northumbria, en un artículo en The Conversation.
En entrevista, la tecnóloga creativa Malitzin Cortés (CDMX, 1986) expone que el texto de Akten desató un debate en Twitter entre quienes apostaban por Ethereum, la preferida por las grandes galerías y más lucrativa, y quienes, en cambio, se preguntaban si valía la pena gastar tanta energía en subir un gif.
Con esa preocupación ambiental surgió una alternativa en América Latina, la plataforma Hic et Nunc (Aquí y Ahora, en latín), creada en Brasil en marzo de 2021, con un pensamiento comunitario, con una fuerte presencia de artistas de la región y la primera en Tezos, una plataforma y criptomoneda menos contaminante.
Como Atken, un buen número de artistas digitales en México optó por crear NFTs solo en blockchains que no utilizan una cantidad descomunal de energía, en comparación con Ethereum, y surgieron los Clean NFTs.
«Seguimos trabajando cada uno los proyectos con esa visión: si vamos a entrarle a esto de la venta y especulación de una obra digital que todo el mundo puede ver pero que sólo una persona puede ser dueña de esa imagen, gif o video, que sea de la manera con el menor impacto a nivel ecológico», expone Cortés.
Su trabajo como artista digital se vincula con temas ecológicos, como su pieza de realidad virtual Hyper D, una ficción sobre la presencia de microplásticos en la atmósfera. Fiel a sus convicciones, rechazó una invitación de la galería Foundation por usar Ethereum. Prefirió llevar su trabajo a Objkt, la mayor plataforma en Tezos.
«No tiene mucho sentido si estás todo el tiempo con tu obra cuestionando estas cosas, enterar a otras personas que quizá no saben, y de pronto vendas una pieza en esos mercados», expone Cortés, quien utiliza el alias CNDSN, por el personaje Condesade de Cazador de tatuajes, de Juvenal Acosta.
UN MERCADO NUEVO
Los NFTs surgen como una posibilidad para que los artistas que trabajan en plataformas digitales, cuya obra es intangible y vive en la web, pudieran tener una manera de monetizar sus piezas, además de poder registrar las compras y ventas futuras, lo que redunda en regalías para el creador en cada transacción.
«Ha servido sobre todo a muchos artistas no relacionados con los circuitos tradicionales del arte, y mucho menos con el mercado», expone en entrevista Santiago Itzcóatl (CDMX, 1986), artista, gestor y curador.
Bajo el espíritu de Hic et Nunc, que ha retomado operaciones tras suspenderlas en noviembre de 2021, surgió Teia, también en Tezos y gestionada por la comunidad.
Junto con una docena de personas, Itzcóatl forma parte del consejo de esta nueva plataforma, de modo que las decisiones no se toman de manera unilateral sino a través del consenso.
«Las demás plataformas tienen un dueño y lo hacen como comercio nada más», expone, pero en el caso de Teia, se han organizado eventos de donación para Afganistán y Turquía.
El artista Helio Santos (Colima, 1984) ha podido lograr lo que hace unos años parecía utópico: vender arte digital, ya fuera un video o un jpg. Y también poder dar respuesta a la cuestión sobre cómo puede vivir un artista digital más allá de becas, piezas comisionadas o dar clases.
Vendió su primera obra en Foundation, pero al investigar sobre el gasto energético de Ethereum y seguir las publicaciones de Itzcóatl, Santos viró al Clean NFT con Tezos, «con una huella de carbono tan baja que era casi como publicar un tuit».
La irrupción del NFT en el mercado del arte, cree Santos, también obligará a las galerías tradicionales a replantear su modo de operar.
«Ahora el trato es directo entre el artista y el coleccionista, no se necesitan intermediarios porque ya están estos marketplace para vender tu obra. (En las galerías) las comisiones son muy altas, del 40 al 50 por ciento por tu venta, y muchos coleccionistas ni siquiera están enterados de lo que es un NFT», asegura.
Él no ha tenido necesidad de abandonar su ciudad natal, Colima, para promover su obra, y tiene coleccionistas en Francia, España, Estados Unidos y puntos tan lejanos como Filipinas.
«No se había presentado una oportunidad así de global y diversa como los NFTs», asevera Santos, convencido de que ya no importa dónde un artista se ubique geográficamente.
El artista colimense lleva su apuesta por el NFT más allá: comprar a un artista al comienzo de su carrera, lo cual representa un incentivo. Él también colecciona obras de otros creadores que usan plataformas digitales.
«Prefiero apostarle a ese sentido más utópico», asegura Santos.
Mientras que Itzcóatl cree que los Clean NFTs aún se pueden potenciar más al poner estas herramientas a disposición de los artistas y el público en general. Aunque quizás por ahora sea complicado, reconoce, por la curva de aprendizaje y la parte técnica que resulta complicada, pero es optimista: «Las herramientas, ahí están».