Por Carlos Ornelas
La posición del grupo mayoritario del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación respecto a la política educativa de la cuarta transformación no es ambigua, es fiel a su vocación corporativa: alinearse al poder presidencial. Ello, a cambio de beneficios para los líderes y maestros.
Según David Raby (Educación y revolución social en México), a pesar de que miles de maestros agrupados en cientos de organizaciones sindicales no querían tener un sindicato nacional porque temían que el gobierno designaría a sus dirigentes. Y así fue. El SNTE nació como un apéndice del Partido de la Revolución Mexicana, antes de ser PRI.
Al igual que con los cabecillas de la CTM, la CNC y de otros grandes sindicatos, su permanencia como jefes dependía de la subordinación política (afiliación obligatoria al PRI), acato a la ideología oficial (nacionalismo revolucionario) y control de los agremiados para garantizar la paz social.
Los presidentes en turno designaron a los tres caciques del SNTE (Jesús Robles Martínez, Carlos Jonguitud Barrios y Elba Esther Gordillo) y otros tres presidentes los defenestraron. No obstante, esos caudillos sindicales obtuvieron grados de autonomía en los manejos internos. Potestad que se acrecentó cuando el PRI perdió la presidencia.
La vocación corporativa implica que los líderes actuales apoyen al Presidente y sus causas, no sólo de palabra, también con acción política. En canje, el SNTE (y también la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación) avanza en el cogobierno de la educación básica.
La subordinación política y la negociación reservada, pero astuta, de Cepeda Salas y su grupo reditúa beneficios a los trabajadores. En el boletín del SNTE del 7 de julio, Cepeda Salas señaló que desde la primera reunión con el Presidente le planteó la situación de los interinos. Dijo: “El mandatario fue sensible a las necesidades de los trabajadores de la educación, garantizando la permanencia del programa de basificación”.
Para esa fecha, el apoyo a la 4T y la negociación el SNTE logró la basificación de 670 mil agremiados y la solución de 500 mil problemas por falta de pago. No es una mala retribución por darle el sí al Presidente.
Y va por más. El SNTE presentó al gobierno cuatro propuestas para mejorar las pensiones de quienes están en cuentas individuales y en el régimen establecido en el artículo décimo transitorio de la Ley del ISSSTE. El 11 de agosto informó que el sindicato y la Secretaría de Bienestar coordinarán un programa para mejorar las condiciones de jubilados y pensionados.
Además, el SNTE hace labores que corresponden a la autoridad: levantó el censo de escuelas vandalizadas durante el encierro y se encargará de que los maestros visiten en sus casas a padres de niños que abandonaron los estudios con el fin de que regresen a la escuela.
Cierto, hay trazos de justicia laboral. Sin embargo, cavilo, el Presidente les pedirá más en reciprocidad: apoyo en elecciones. Ya no cuenta con la CNTE.