La equidad en las dinámicas de pareja pueden afectar el deseo sexual de las mujeres, apuntan los estudios.
El financiero. Cuando un cómic acerca de la “carga mental” se hizo viral en 2017, suscitó conversaciones sobre el peso del trabajo invisibilizado que soportan las mujeres. Incluso cuando ellas tienen un empleo remunerado, siguen siendo las que recuerdan el cumpleaños de su suegra, saben lo que hay en la despensa y organizan al plomero. Esta carga mental suele pasar desapercibida.
Las mujeres también realizan más tareas domésticas y de cuidado de sus hijos e hijas que sus compañeros varones.
Esta carga se ha exacerbado con la reciente pandemia de COVID-19 (¿quién gestionaba las clases desde casa?), dejando a las mujeres sintiéndose agotadas, ansiosas y resentidas.
Como investigadores de la sexualidad, nos preguntamos: con todo este trabajo extra, ¿les queda a las mujeres alguna energía para el sexo?
Decidimos explorar cómo la carga mental afecta a las relaciones íntimas. Nos centramos en el deseo sexual femenino, ya que la falta de deseo afecta a más del 50 % de las mujeres y es difícil de tratar.
Nuestro estudio, publicado en Journal of Sex Research, muestra que las mujeres con relaciones igualitarias (en cuanto a las tareas domésticas y la carga mental) están más satisfechas y, a la vez, sienten más deseo sexual que las que tienen relaciones desiguales.
¿Cómo definimos la falta de deseo?
La falta de deseo es difícil de estudiar. Más que la simple motivación para practicar sexo, las mujeres describen el deseo sexual como un estado de ánimo y una necesidad de cercanía.
A esta complejidad se suma la naturaleza fluctuante del deseo femenino que cambia en respuesta a las experiencias vitales y a la calidad de las relaciones.
La relación es especialmente importante para el deseo femenino: la insatisfacción en las relaciones es un factor de riesgo principal para la falta de deseo en las mujeres, incluso más que los impactos fisiológicos de la edad y la menopausia. Está claro que los factores relacionales son fundamentales para entender su deseo sexual.
Como forma de abordar su complejidad, una teoría reciente proponía dos tipos diferentes de deseo: el deseo diádico es el deseo sexual que uno siente por otro, mientras que el deseo solitario se refiere a los sentimientos individuales.
No es de extrañar que el deseo diádico esté entrelazado con la dinámica de la relación, mientras que el deseo en solitario es más amorfo e implica sentirse bien con una misma como ser sexual (sentirse sexi), sin necesitar la validación de otra persona.
Evaluar la equidad en las parejas
Nuestra investigación reconoció los matices del deseo de las mujeres y su fuerte conexión con la calidad de las relaciones, explorando cómo la equidad en las dinámicas podría afectar al deseo.
La investigación consistió en formular a 299 mujeres australianas de entre 18 y 39 años preguntas sobre estos temas.
Estas cuestiones incluían evaluaciones de las tareas domésticas, la carga mental –como quién organizaba las actividades sociales y hacía las gestiones financieras– y quién tenía más tiempo libre.
Comparamos tres grupos:
- Relaciones en las que la mujer percibía que el trabajo era compartido por ambos (el grupo de “trabajo igual”).
- Cuando la mujer consideraba que hacía más trabajo (el grupo de “trabajo de la mujer”).
- Cuando la mujer pensaba que su pareja contribuía más (el grupo de “trabajo de la pareja”).
A continuación, analizamos cómo estas diferencias en la equidad de la relación afectaban al deseo sexual femenino.
Lo que encontramos
Los resultados fueron contundentes. Las mujeres que calificaron sus relaciones como igualitarias también informaron de una mayor satisfacción en la relación y un mayor deseo diádico (entrelazado con la dinámica de la relación) que otras mujeres del estudio.
Lamentablemente (y quizás, de forma reveladora), el grupo de “trabajo de la pareja” era demasiado pequeño para sacar conclusiones sustanciales.
Sin embargo, para el grupo de “trabajo de las mujeres” estaba claro que su deseo diádico había disminuido. Este grupo también estaba menos satisfecho en sus relaciones en general.
Encontramos algo interesante al dirigir nuestra atención a su deseo en solitario. Aunque parece lógico que las desigualdades en las relaciones puedan afectar a todos los aspectos de la sexualidad de las mujeres, nuestros resultados mostraron que la equidad no afectaba significativamente al deseo en solitario.
Esto sugiere que la baja en el deseo de las mujeres no es un problema sexual interno que deba tratarse con aplicaciones de mindfulness y huevos de jade, sino que requiere el esfuerzo de ambos miembros de la pareja.
También intervienen otros factores. Descubrimos que tener hijas e hijos aumentan la carga de trabajo de las mujeres, lo que lleva a una menor equidad en la relación y, en consecuencia, a un menor deseo sexual.
La duración de la relación también influyó. Las investigaciones muestran que las relaciones de larga duración están asociadas con la disminución del deseo para las mujeres, y esto se atribuye a menudo al tedio de la familiaridad (piense en las esposas de las comedias de situación de los 90, aburridas y sin ganas de sexo).
Sin embargo, nuestra investigación indica que el aburrimiento no es la razón, sino que la creciente desigualdad a lo largo de la relación suele ser la causa del desinterés de las mujeres por el sexo.
Cuanto más duran las relaciones, más injustas se vuelven, lo que disminuye el deseo. Esto puede deberse a que las mujeres se encargan de gestionar las relaciones de su pareja, además de las suyas propias (“ya es hora de que venga tu mejor amigo a cenar”).
Y aunque las tareas domésticas pueden empezar siendo compartidas a partes iguales, con el tiempo, las mujeres tienden a hacer más que sus parejas.
¿Y las parejas del mismo sexo?
Las parejas del mismo sexo tienen relaciones más equitativas.
Sin embargo, encontramos el mismo vínculo entre la equidad y el deseo para las mujeres en relaciones del mismo sexo, aunque era mucho más fuerte para las parejas heteronormativas.
La sensación de equidad en una relación es fundamental para la satisfacción y el deseo sexual de todas las mujeres.
¿Y ahora qué?
Nuestros resultados sugieren que una respuesta al bajo deseo de las mujeres podría ser abordar la cantidad de trabajo que tienen que asumir en las relaciones.
El vínculo entre la satisfacción en la relación y el deseo sexual femenino ha quedado firmemente establecido en investigaciones anteriores, pero nuestros resultados explican cómo funciona esta dinámica: el sentido de justicia de las mujeres dentro de una relación pronostica su satisfacción, lo que repercute en el deseo por su pareja.
Para trasladar nuestros resultados a la práctica clínica, podríamos realizar ensayos para confirmar si la disminución de la carga mental en ellas se traduce en un mayor deseo sexual. Estaría bien realizar una “prohibición de las tareas domésticas y la carga mental” para una muestra de aquellas que declararan tener un bajo deseo sexual y registrar si hay cambios en los niveles de deseo declarados.
O quizás las parejas de estas mujeres podrían lavar los platos esta noche y ver qué sucede.