Es nuestro estado cuna de mujeres trascendentales, mismas que han heredado en su hechura la tenacidad de la típica fémina norestense de carácter recio y convicción inquebrantable. Tal es el caso de Paola Robles, quien a sus 27 años, practica uno de los deportes que más conexión debe tener: La equitación. Dedicada a la fotografía y asesoría comercial, Paola narra cómo desde pequeña desarrolló un gusto especial por los caballos, puesto que su madre es ingeniero agrónomo y por sus múltiples funciones hizo convivir a su entonces pequeña hija con los equinos y otros animales, siendo los primeros mencionados un llamado de atención especial en la infante. Por azares del destino, Paola fue invitada a tomar una clase de equitación situación que detonó un vínculo importante y que con el paso del tiempo sería el parte aguas para que ella pudiera destacar en el deporte. «Desde ese primer momento noté como los caballos a pesar de ser grandes, son muy nobles y tienen un gran corazón». La nacida en Saltillo, comparte como ha logrado obtener tranquilidad y paz al estar en contacto con los caballos y que la ayudan a generar confianza en sí misma. » A través del caballo he descubierto un mundo nuevo, el poder ayudar a la gente a ser mejores para con sus vidas y consigo mismas a la vez que me han ayudado a mí misma a la hora de vivir y de enfrentar mis problemas. El caballo vive aquí y ahora, si aprendes esto, cambias en muchos aspectos. Los caballos para mí sin seres excepcionales que te ayudan y te hacen mejor sin esperar nada a cambio, son como mensajeros poderosos de tu ser más íntimo».
Paola, practica actualmente en la Escuela Hípica del Socorro y ha conseguido dos moñas, mismas que dedica especialmente a su madre por generar de alguna manera el gusto por los caballos y a su excelente maestra.
Ha competido en distintos hípicos de Nuevo León y próximamente estará compitiendo en otras ciudades y estados.