Las vacunas contra la viruela han sido aprobadas para la viruela símica. Sin embargo, los expertos advierten que aún existen muchos interrogantes sobre la protección que proporcionan y la mejor forma de administrarlas.
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Gregory Poland se vacunó tres veces contra la viruela (una precaución necesaria como miembro de un equipo de respuesta al bioterrorismo) y tiene recuerdos desagradables de cada una de ellas. A diferencia de las típicas vacunas modernas, la de la viruela contenía un virus vivo que se aplicaba directamente sobre el brazo y luego se pinchaba 15 veces con una aguja bifurcada.
Poland, investigador de vacunas en la Clínica Mayo (Estados Unidos) agrega que la cicatriz que dejaba la inoculación provocaba un picor “de locos”. Y lo que es peor, el virus vivo de la vacuna hacía que dicha cicatriz fuera infecciosa durante un mes, tiempo durante el cual Poland tuvo que mantener distancia con los demás, incluso durmiendo en una habitación separada de su mujer.
Cuándo se erradicó la viruela
El especialista es parte de una población (cada vez más reducida) vacunada contra la viruela. Gracias a una histórica campaña mundial de inoculación, la enfermedad fue erradicada en 1980, lo que significa que los jóvenes adultos de hoy no vivían cuando las vacunas contra la viruela eran rutinarias.
Ahora, sin embargo, la viruela del mono (o viruela símica) ha impulsado una nueva demanda de la vacuna contra el virus de la viruela. Aunque la símica es mucho menos peligrosa que esta última, los dos virus están relacionados, y existen pruebas que revelan que la vacuna contra la viruela proporciona protección contra la viruela del mono.
«No la administramos de forma rutinaria porque es una de las vacunas más reactogénicas que tenemos«, argumenta Poland. La vacuna clásica contra la viruela tiene efectos secundarios graves, como encefalitis y miocarditis. Alrededor de un tercio de las personas no pueden recibirla debido a condiciones médicas, como el embarazo, trastornos cardíacos y sistemas inmunitarios suprimidos.
Sin embargo, a pesar del desarrollo de vacunas más seguras y más fáciles de administrar que la que recibió Polond, su distribución al público ha resultado complicada. Los suministros son escasos, en parte porque más de 20 millones de dosis caducaron en 2017. Pero, según precisan los expertos, aunque hubiera suficientes vacunas contra la viruela, la mayoría de la gente no la necesita. Además, señalan que existen muchas preguntas abiertas sobre cómo funciona la inoculación contra la viruela del mono.
Orígenes de la vacuna contra la viruela
La viruela está causada por el virus de la viruela, un gran ortopoxvirus de ADN de doble cadena. Su nombre deriva de la palabra en latín variola que significa «manchado», en referencia a las protuberancias que aparecen en la piel de sus víctimas y que dejan cicatrices duraderas o marcas de viruela.
Aunque sus orígenes son poco claros, los primeros indicios se remontan a unos 3000 años en la antigua India y Egipto. La enfermedad, que se propagaba a través de los fluidos corporales y el contacto directo con personas infectadas u objetos contaminados, mataba a cerca del 30% de las personas que infectaba, y se cree que contribuyó al declive de los aztecas y los incas.
Los esfuerzos por frenar la viruela son casi tan antiguos como la propia enfermedad. Los textos sánscritos que datan del año 1500 a.C. describen los intentos de variolación, un método para inocular a las personas exponiéndolas a los agentes infecciosos de una llaga de viruela. Pero las vacunas actuales tienen su origen en el trabajo de Edward Jenner, en 1796.
Jenner descubrió que inocular a las personas con viruela de las vacas, un pariente más leve de la viruela, las protegía contra la enfermedad.
En este retrato de 1879 de Gaston Melingue, Edward Jenner toma el pus de la mano de un granjero infectado de viruela de las vacas para inocular al joven James Phipps, de ocho años, en 1796. La primera vacuna contra la viruela se remonta a esta experiencia.
Viruela: cuándo comenzó la campaña mundial de vacunación masiva
En el siglo XIX, el virus de la vaccinia, otro miembro de la familia de los ortopoxvirus, sustituyó a la viruela bovina en la vacuna. Cultivada en la piel de terneros recién nacidos (lo que conlleva un riesgo de contaminación por patógenos), la primera generación de vacunas contra la viruela no era ideal. Pero permitió a los gobiernos embarcarse en una campaña mundial de vacunación masiva en la década de 1960.
El último caso de ocurrencia natural se registró en Somalia en 1977, y en 1980, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró oficialmente la erradicación de la enfermedad.
Para entonces, muchos países, incluido Estados Unidos, ya habían dejado de administrar la vacuna contra la viruela, puesto que la enfermedad ya no suponía una amenaza para sus poblaciones. «En ese momento ya era una enfermedad más exótica, más de viaje”, indica Poland.
Desarrollo de nuevas generaciones de vacunas contra la viruela
Aun así, seguía existiendo la preocupación de que los terroristas pudieran convertir el virus en un arma. Por eso, mientras Estados Unidos se deshacía de gran parte de sus vacunas de primera generación, a principios de la década de 2000 desarrolló una nueva, la ACAM2000, que se usaría en caso de emergencia. Creada con métodos modernos de cultivo celular, esta vacuna no tenía ninguna de las imperfecciones de la primera generación, pero sí un perfil de seguridad deficiente.
Cuando Estados Unidos empezó con el uso de la ACAM2000 para vacunar a sus fuerzas militares después del 11 de septiembre, «los efectos secundarios se hicieron evidentes rápidamente», sostiene Raina MacIntyre, experta en enfermedades infecciosas de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sidney y miembro del Grupo Asesor Estratégico de Expertos en Inmunización de la OMS.
Aunque es poco frecuente, algunas personas que recibieron la vacuna sufrieron inflamaciones en el corazón y en el cerebro. Y, al igual que la vacuna de primera generación, utilizaba virus vivos que podían replicarse en el interior del organismo, lo que resultaba especialmente peligroso para las personas con sistemas inmunitarios debilitados y otras afecciones médicas.
Otra desventaja de la ACAM2000 se hizo evidente con el tiempo, ya que la vacunación contra la viruela se convirtió en un procedimiento médico cada vez más raro. «Había muy, muy poca gente en Estados Unidos que sabía cómo administrar la vacuna», recuerda Poland.
Afortunadamente, ha llegado una nueva generación de vacunas contra la viruela. En 2019, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés) autorizó una vacuna llamada Jynneos, conocida como IMVANEX en Europa e Imvamune en Canadá.
La inyección de dos dosis contiene una versión modificada del virus de la vaccinia que no se replica, lo que, según los expertos, la hace más segura para las personas con condiciones médicas subyacentes. Mientras tanto, Japón ha autorizado otra vacuna contra la viruela, la LC16m8, que también ha sido modificada para limitar su capacidad de replicación.
Aunque aún quedan muchos interrogantes sobre estas nuevas vacunas, son prometedoras en un momento en que el mundo se enfrenta a un brote sin precedentes de otro ortopoxvirus: la viruela del mono.
¿La vacuna de la viruela sirve para la viruela del mono?
Descubierta en 1958 en colonias de investigación con monos, el primer caso humano de viruela símica se registró en 1970 en la República Democrática del Congo. Es menos transmisible y menos peligrosa que la viruela, ya que sólo mata del 3 al 6% de los infectados. A diferencia de la viruela, la símica circula entre los animales, lo que hace especialmente difícil erradicar la enfermedad.
Sin embargo, los primeros indicios sugerían que las personas inoculadas contra la viruela podían tener más éxito contra la viruela del mono. En 1988, los investigadores de Zaire analizaron las tasas de casos de viruela del mono en personas con y sin cicatrices de vacunación contra la viruela. El estudio concluyó que era un 85% eficaz en la protección contra la viruela del mono.
MacIntyre dice que, históricamente, los brotes de viruela del mono eran raros y pequeños, con un número de casos de uno o dos dígitos. Pero esto ha cambiado en los últimos años. Un estudio realizado en 2010 en la República Democrática del Congo encontró un aumento de 20 veces en los casos de viruela del mono en humanos, con un número desproporcionado de las infecciones en los jóvenes que nunca habían recibido una vacuna contra la viruela.
«Luego, en 2017, empezamos a notar brotes muy grandes en Nigeria y luego en la República Democrática del Congo», afirma MacIntyre. La investigación de su equipo sobre los brotes nigerianos entre 2017 y 2020 descubrió que los casos estaban relacionados con la disminución de los niveles de inmunidad de la población, especialmente en jóvenes que nunca se habían vacunado contra la viruela y en personas mayores cuya protección de décadas empezaba a desaparecer.
Aun así, la teoría de que las vacunas contra la viruela protegen contra la viruela del mono no es una ciencia asentada, advierte Wafaa El-Sadr, fundadora y directora del ICAP, un instituto de salud mundial de la Universidad de Columbia. Aunque estos estudios sugieren que las personas mayores que fueron vacunadas contra la viruela pueden tener cierta protección, aclara que no existen datos que lo confirmen definitivamente.
La brecha de conocimiento es particularmente amplia cuando se trata de la nueva vacuna, Jynneos. Los únicos estudios realizados hasta ahora que han demostrado la eficacia de la vacuna contra la viruela del mono se hicieron en animales, no en humanos, señala El-Sadr. Tampoco está claro si Jynneos es segura para su uso en niños, que son más susceptibles a la viruela del mono grave. Y, como Estados Unidos propone ampliar su suministro de vacunas al inyectar dosis más pequeñas entre las capas de la piel, en lugar de en la grasa bajo la piel, los datos que apoyan la medida son escasos.
«Puedo enumerar muchas, muchas preguntas que necesitan respuesta», enfatiza El-Sadr. «La buena noticia es que tenemos una vacuna en la mano que con toda probabilidad debería ser eficaz contra la viruela del mono en humanos».
¿Quién debe vacunarse contra la viruela del mono?
El brote de viruela del mono no significa que las vacunas contra la viruela vayan a volver a ser rutinarias. Después de todo, la decisión de administrar cualquier vacuna debe equilibrar los riesgos con los beneficios.
Jynneos puede ser más segura que la antigua generación de vacunas, ya que no contiene virus vivos, pero aún presenta cierto riesgo de efectos secundarios, como síntomas similares a los de la gripe o una reacción alérgica.
«Si no hay ningún beneficio (por recibir la vacuna), entonces ningún riesgo merece la pena», avierte Poland.
Los expertos también sostienen que no hay urgencia en la distribución de la vacuna como medida preventiva, como se hizo con la vacuna COVID-19. Las vacunas contra la viruela son eficaces después de la exposición, por lo que tiene más sentido dar prioridad a las personas que están preocupadas por haber sido infectadas.
Por supuesto, este análisis de riesgo-beneficio podría cambiar dependiendo de lo que ocurra después. «Si es limitada y somos capaces de detener este brote en su camino, entonces es muy difícil decir que debemos recomendar esta vacuna para todo el mundo», precisa El-Sadr.
Sin embargo, si Estados Unidos no logra contener la viruela del mono, tal vez sea necesaria una vacunación más amplia, sobre todo si se extiende al reservorio animal y se vuelve endémica. Las recomendaciones de vacunación también podrían cambiar si la viruela del mono empieza a circular ampliamente entre los niños, quienes corren más riesgo que los adultos.
El-Sadr tiene la esperanza de que esto no ocurra. «Afortunadamente, este virus es muy diferente al de la viruela y las consecuencias de contraer la viruela del mono son muy distintas a las de las infecciones por viruela», afirma. «Tenemos un brote, es cierto, y eso es una gran preocupación. Pero tenemos la suerte de tener a nuestro alcance una prueba que puede diagnosticar la viruela del mono, una vacuna que podemos utilizar y, con suerte, ampliar, y también tenemos un tratamiento.»