Por Jorge Fernández Menéndez
Entre Rushdie y los “zopiloteros”
Para el presidente López Obrador hablar de lo que es evidente, que los actos de violencia que se cometieron durante cinco días consecutivos desde el martes hasta el domingo, en Jalisco, Guanajuato, Chihuahua y Baja California, además de los de Michoacán (que podrían tener su propia dinámica), fueron acciones concertadas, coordinadas por un grupo criminal, es parte de una campaña en su contra, son “calumnias lamentables” que demuestran la decadencia en el ejercicio del periodismo: “es una de las peores épocas, es la decadencia del periodismo servil al régimen”.
Antes ya había calificado en innumerables ocasiones a los periodistas críticos a su gestión como “hampones, chayoteros, fifís, fantoches, conservadores, sabelotodos, hipócritas, doble cara, vendidos, manipulados, inmundos que muerden la mano de quien les quitó el bozal”. Mientras tanto, agasaja y elogia a los personajes de historieta que en las mañaneras y las redes le rinden pleitesía.
Todo esto viene a cuento porque, aunque al gobierno le parezca intrascendente, la violencia, las amenazas, las agresiones contra los periodistas crecen cotidianamente a partir, precisamente, de ese discurso fuera de toda proporción. En lo que va del año van 13 periodistas asesinados. Cuando alguien hace una crítica justificada o no, le caen los bots que se manejan desde oficinas gubernamentales con todo tipo de descalificaciones e insultos, incluyendo el robo de identidad. El discurso oficial es que eso ocurre, porque se lo buscaron, “es la reacción del pueblo”.
Es exactamente la misma justificación que ha dado el régimen iraní para el atentado contra el escritor Salman Rushdie: para el régimen iraní el propio Salman, uno de los más importantes escritores contemporáneos, es el responsable del atentado que sufrió porque atacó al islam. No importa que, probablemente, ninguno de los idiotas cavernarios que dictaron la fatua contra Rushdie hace más de tres décadas haya leído su obra, como tampoco lo hizo su agresor este fin de semana en Nueva York. Ni tampoco que los tan denostados Versos Satánicos no contengan ofensa alguna a esa u otra religión. Es una obra crítica, una reflexión, contra líderes religiosos y normas que ellos quieren imponer por encima, incluso, del sentido común, y eso alcanzó para hacer al autor objeto de una condena brutal.
No hemos visto una sola muestra de solidaridad, por cierto, del gobierno mexicano, o de sus instituciones de cultura, con Rushdie. Pareciera que existe la misma convicción en el gobierno o los medios oficiales, que en Irán: él se lo buscó, él es responsable de su propio atentado. Piensan lo mismo de los ataques a las Torres Gemelas o de la invasión rusa a Ucrania, a las que no critican con claridad, piden la liberación de Julian Assange, pero son incapaces de criticar a Cuba, Nicaragua o Venezuela, muchos menos de pedir la libertad de los presos políticos en esos países, los tres principales violadores de derechos humanos en el continente.
Son los mismos que ayer fueron brutal e injustamente críticos con las Fuerzas Armadas y hoy las defienden de una forma tan mecánica que debería avergonzarlos. Los que acusaron de todo a los gobiernos y las empresas mineras por Pasta de Conchos, un accidente que no fue causado por malos manejos, y ahora ignoran el tema o dicen que los medios están “zopiloteando” el accidente de la mina de Sabinas, ocurrido por una evidente negligencia de dueños y autoridades.
Respecto a Rushdie el siempre polémico, y muchas veces acertado, periodista Arcadi Espada, escribió en El Mundo un texto espléndido. Dice Arcadi: “Se llama lobo solitario al tipo de asesinos como el que apuñaló al escritor. Es una denominación perversa. No sólo porque desvincula el hecho de cualquier organización —como si las iglesias no lo fueran, y entre las más ciegas e implacables—, sino porque, paradójicamente, lobo solitario es una de las condiciones que debe adoptar un cierto tipo de sus víctimas. Hombres como Rushdie, que se limitan a seguir con humor escéptico su camino, aun sabiendo que cada paso les deja más aislados y vulnerables. Y que asumen que cuando su liquidación se produzca sólo será vista por los no asesinados como la lógica secuencia de las cosas. Qué cosa llaman a la libertad por no saber qué es ni cómo se escribe”. No le sobra ni una palabra. La liquidación de los acusados desde el poder simplemente les parece “la lógica secuencia de las cosas”.
GARCÍA LUNA
Se sigue postergando el inicio del juicio contra García Luna: cuando empiece, la nueva fecha ahora es enero del 2023, habrán pasado ya más de tres años de su detención y todavía la Fiscalía de Nueva York no está lista para comenzar el proceso. Lo han alargado todo lo posible porque, lo cierto, es que no hay pruebas duras que vayan más allá de confesiones de narcotraficantes reconvertidos en testigos protegidos, como el hermano y el hijo de El Mayo Zambada. Lo que han buscado es que García Luna se declare culpable, inculpe a otros a cambio de reducirle la condena y que así no haya un juicio que quién sabe si pueden ganar y qué podría exhibir. García Luna se sigue declarando inocente de todos los cargos.