Por Leo Zuckermann
Sí, la política por encima de la educación
Solté una carcajada cuando vi la nota en El Universal que decía: Lamentable, poner política por encima de educación: Elba Esther Gordillo. Así critica la exlideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) la designación de Leticia Ramírez como nueva secretaria de Educación Pública. Ahora resulta que a Gordillo, quien hizo precisamente eso durante 24 años que estuvo al frente del sindicato magisterial, le importa más la educación que la política. De risa loca.
Pero tiene razón la legendaria “maestra”. A este Presidente lo único que le interesa del sector educativo es llevar la fiesta en paz tanto con el SNTE como con la más combativa Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Y lo ha logrado. A diferencia del gobierno pasado donde vimos movilizaciones constantes del magisterio en contra de la reforma educativa de Peña, este sexenio los maestros se desmovilizaron porque López Obrador echó para atrás dicha reforma.
No sólo se trata de paz laboral, sino de jalar el voto del magisterio hacia Morena. Lo hemos visto en muchos estados donde SNTE y CNTE han operado a favor del partido gobernante. La vieja fórmula corporativista del PRI. El gobierno apapacha a los maestros y, a cambio, éstos votan a favor del partido de López Obrador y movilizan sus recursos, que son muchos, para las campañas y el día de la elección.
No es casualidad que el Presidente haya nombrado a Delfina Gómez como titular de la SEP después de la salida de Esteban Moctezuma. Se trata de un cuadro político de Morena experta en triquiñuelas electorales. Como fundadora del partido de López Obrador, ilegalmente les retuvo un diezmo a los trabajadores del municipio de Texcoco para desviarlos hacia la formación del nuevo instituto político. Ese delito electoral hubiera sido suficiente para terminar con la carrera política de cualquiera. El Presidente, sin embargo, la premió dándole la SEP para luego convertirla en candidata morenista al gobierno del Estado de México.
Ahora López Obrador ha enviado a una verdadera desconocida a la SEP. Me refiero a Leticia Ramírez quien tiene dos virtudes.
Primero, es absolutamente leal a López Obrador, por lo que va a hacer todo lo que le ordene el Presidente rumbo a la elección de 2024.
Segundo, cuando fue maestra el siglo pasado, perteneció al liderazgo de una sección del magisterio afiliado a la CNTE. En este sentido, Rodríguez llegará a la SEP para mantener la paz laboral con el magisterio y coadyuvar a la operación del sector educativo rumbo al 2024. Y es que, como hemos dicho muchas veces, la prioridad de López Obrador es entregarle la banda presidencial a su heredero; todas sus decisiones se explican por este objetivo.
¿Y la educación?
Pues que se joda, como ha sido el caso tantas veces.
Es tristísimo ver lo que ha ocurrido este sexenio.
Recortes presupuestales a programas tan importantes como la capacitación de los docentes o la educación de niños con discapacidades.
El cierre de una de las escuelas de tiempo completo que le daba la oportunidad a miles de alumnos de asistir a planteles con horario extendido donde recibían alimentos, para sustituirlo con una quimera de nombre La Escuela es Nuestra.
Ni qué decir de la nula respuesta de la SEP para enfrentar el rezago educativo después de la pandemia del covid-19. La realidad es que muchos alumnos no aprendieron nada durante el confinamiento y, cuando regresaron las clases presenciales, acarreaban un atraso enorme. Estudiantes que entraron a tercero de primaria sin saber leer y escribir porque nunca aprendieron.
La SEP debió implementar un plan urgente con el fin de resolver el retraso de los estudios por la pandemia. No lo hizo. Delfina estaba más ocupada en mantener la paz laboral y preparar su candidatura al gobierno del Edomex.
De acuerdo con México Evalúa, vivimos una reducción histórica en la matrícula escolar de todos los niveles educativos. Después de la pandemia, más de medio millón de alumnos desertaron de la escuela.
Este gobierno va a dejar un desastre educativo. No le importa porque los niños no salen a protestar en las calles ni critican en las redes sociales. Resulta muy barato perjudicar a la educación para darle prioridad a la política. Bien lo supo hacer Gordillo quien hoy se queja que López Obrador hace lo mismo.
Pero el costo será altísimo para el país. México está, hoy, formando niños condenados a convertirse en obreros poco calificados o vendedores de fritangas en la vía pública.