Por Leo Zuckermann
La estable popularidad de López Obrador
Llueva, truene o relampaguee, la popularidad del presidente López Obrador se mantiene. Es impresionante. Prácticamente no ha cambiado desde febrero de 2020. Sube unos puntitos, baja otros puntitos, pero AMLO se mantiene en una aprobación del 62% de la población. En contraposición, el 32% de los mexicanos reprueba el trabajo que está haciendo como Presidente.
Esto, de acuerdo a los datos de las encuestas de Buendía&Márquez.
A menor ingreso, mayor aprobación del Presidente. En el nivel alto (lo que en mercadotecnia se conoce como los segmentos A, B y C+), el 51% aprueba al Presidente. En cambio, en los niveles más bajos (D+, D y E), la aprobación es del 69 por ciento. No cabe duda que la retórica del mandatario de un gobierno que favorece a los más pobres funciona.
Sí, el Presidente mantiene su popularidad, pero también es cierto que la opinión pública nacional está cambiando en cuanto al rumbo del país. Entre mayo y agosto de este año, cayó el porcentaje de personas que creen que va por buen camino, de 53% a 48%, una caída nada despreciable de cinco puntos porcentuales. El 41% de los mexicanos opina que el país va por mal camino.
Y, como suele suceder en las encuestas, aunque el Presidente es popular, la evaluación de lo que está ocurriendo en la vida pública nacional no es buena. 72% de la población opina que la inseguridad del país ha empeorado en los últimos doce meses. 65% percibe un deterioro en el combate a la corrupción y 60% en la situación económica del país. Sin embargo, un 52% cree que ha mejorado su situación económica personal y de su familia. Parece lógico este último número si se toma en cuenta que ya salimos de la terrible crisis económica que representó la pandemia del covid-19.
La columna vertebral del apoyo al Presidente tiene que ver con la buena percepción sobre sus atributos. Son muy buenos datos. 66% de los mexicanos lo considera honesto; 61% ve que representa un cambio; 68%, que tiene un estilo de vida sencillo; 62%, que gobierna para todos los mexicanos; 60%, que cumple las leyes, aun cuando le puedan parecer injustas, y 65% piensa que AMLO es tolerante.
Vaya, hasta un 52% cree que AMLO reconoce sus errores, lo cual rara vez ocurre.
Incluso 46% considera que el Presidente generalmente dice la verdad. Esto, a pesar de que el Presidente ha hecho 61 mil declaraciones falsas o engañosas en las 684 conferencias matutinas que ha dado desde su llegada al poder, el primero de diciembre de 2018. Esto, de acuerdo a la consultoría SPIN, que dirige Luis Estrada.
En términos de temas particulares de gobierno, podríamos decir que el talón de Aquiles del Presidente está en el área de seguridad. Ahí los números no son buenos. Sólo el 25% de los mexicanos piensa que su estrategia ha hecho que México sea un país más seguro, mientras que el 45% dice que es menos seguro y 26% que no ha afectado el nivel de seguridad. Además, 55% de los mexicanos piensa que el incremento de la violencia en el país es una señal de que el gobierno está fracasando en su lucha contra el crimen organizado.
Los resultados de agosto son de una encuesta en viviendas (las mejores que hay) a una muestra representativa de mil personas, levantada entre el 18 y el 23 de agosto pasados por Buendía&Márquez.
Lo de López Obrador es un fenómeno. Su gestión como Presidente ha sido francamente mala si se miden objetivamente los resultados de su gobierno. La economía está en niveles más bajos que cuando él tomó posesión. Éste será un sexenio prácticamente perdido. Está compitiendo en contra de la administración de Miguel de la Madrid (1982-1988) para ver quién acaba teniendo peores tasas de crecimiento económico.
Ni se diga en materia de inseguridad, donde persisten los malos datos en delitos de alto impacto, como son los homicidios dolosos, desapariciones, secuestros y extorsiones. Cada semana vemos una nueva matanza que nos recuerda la violencia que existe en México.
Los datos tampoco son buenos en materia de combate a la pobreza, educación y salud. Sin embargo, el Presidente, con el genio comunicativo que posee, tiene una capacidad inigualable de conectar con la mayoría de los mexicanos. Lo sienten un tipo bueno, de intenciones nobles y que quiere transformar al país. Sus conferencias mañaneras son una poderosísima arma comunicativa que define la agenda pública en los medios. Y, además, el Presidente carece de una oposición conspicua que cuestione sus malos resultados. Las condiciones son inmejorables, pues, para mantener una popularidad alta, aunque llueva, truene o relampaguee.