El imperio del emperador romano Calígula estuvo marcado por traiciones familiares, fiestas sexuales y guerras sanguinarias.
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El emperador Calígula quería ser adorado como un dios. De hecho, durante los primeros años de su estadía al frente del Imperio Romano, el hijo natural del general Germánico y sucesor por traición del emperador Tiberio garantizó que su nombre e imagen fueran respetados entre sus súbditos. Sin embargo, una serie de malas decisiones, traiciones y extravagancias dilapidaron la imagen de deidad que el gobernante intentó construir a su alrededor por años.
Así fue como Calígula fue desvelado como un tirano capaz de ordenar la muerte de sus familiares, cometer actos incestuosos e incluso instruirle un cargo político a su caballo. Justo la descripción por la que hoy es conocido en los libros de Historia.
¿Quién fue Calígula?
Gaius Iulius Caesar, nacido el 31 de agosto del año 12, fue el tercer hijo de seis que tuvo el matrimonio compuesto por Agripina la Mayor –nieta del emperador Augusto– y Germánico, uno de los generales más aclamados de la Roma Antigua. Gracias a este último, el joven Gaius se hizo conocido en el ejército romano desde muy temprana edad.
A los tres, mientras acompañaba a su padre en las guerras al norte de Germania, el niño caminaba con el resto de las tropas luciendo una armadura militar miniaturizada: armadura, espada y unas pequeñas botas. De allí surgió el apodo que lo acompañaría por el resto de su vida: Calígula, un diminutivo de la palabra en latín «caligæ», como se llamaban las sandalias de cuero usadas por los legionarios y guerreros romanos.
En el año 19, Germánico murió después de ser envenenado por órdenes de Tiberio, quien lo veía como un contrincante. El gobernante también exigió que todos los familiares del fallecido general fueron enviados al exilio. Mientras Agripina y sus hijos Nerón César y Druso César enfrentaron fuertes condenas en cárcel; Calígula se acercó más y más al emperador.
Calígula, probablemente
Para el año 33, Calígula ya formaba parte del círculo más cercano a Tiberio. Con su madre y hermano muertos en prisión, el romano de solo 21 años no tuvo freno para codiciar el poder. Dos años después,Tiberio Gemelo –nieto del emperador– y él fueron nombrados herederos al trono. Era cuestión de esperar.
El 16 de marzo del año 37, Tiberio –completamente paranoico y prácticamente retirado– murió. En documentos de la época, Tácito menciona que su partida fue recibida con beneplácito por su pueblo y el Senado. Este también señala que fue Sutorio Macro, prefecto del pretorio de Tiberio, que se encargó de asfixiar al emperador con una almohada para garantizar el ascenso de Calígula, quien se había convertido en uno de sus aliados más notables. Gaius Iulius Caesar fue nombrado emperador del Imperio Romano.
Durante los primeros meses del mandato de Calígula, el imperio atravesó por una época de gracia. Se perdonaron impuestos, se impulsaron apoyos para afectados por desastres, guerras (y al ejército), se instauraron elecciones democráticas y se condenó a muerte a personas que resultaban incómodas para el nuevo gobierno; Sutorio Macro y Tiberio Gemelo fueron obligados a suicidarse. La fortuna volvía a sonreír en el Imperio.
El emperador que quiso ser Dios
En sus primeros años al frente del destino de los romanos, Calígula intentó establecerse como un dios para los suyos. El haber sobrevivido a una misteriosa enfermedad cuando solo llevaba un año como emperador ayudó a esto. También lo hicieron algunas decisiones políticas controversiales que borraron la delgada línea que separaba a la Iglesia y el Estado.
En apariciones públicas, el emperador vestía ropajes que muchos relacionaban a figuras como Hércules o Apolo. Se hacía llamar Júpiter y ordenó la construcción de tres templos en su honor. Aunque los emperadores solían ser adorados a su muerte, Calígula no quería esperar. A través de una reforma a las leyes, el gobernante exigió que el Senado y el pueblo le rindieran culto en vida.
Desafortunadamente para él, la prosperidad que había caracterizado a su gobierno terminó con una complicada crisis económica y política. Esto obligó a que el Imperio tuviera que suspender todas las dádivas y comenzar a recabar del pueblo lo más que pudieran. Nuevos impuestos se establecieron, los testamentos fueron leídos en beneficio de Calígula, los carruajes fueron confiscados. Los senadores comenzaron a planear el derrocamiento del emperador; todos los complots fueron descubiertos e interrumpidos.
El desenfreno del emperador
Entre los años 39 y 41, el Imperio Romano vivió algunos de sus capítulos más complicados hasta la fecha. Sanguinarias guerras sucedieron en todos los rincones que se buscaban conquistar, revueltas y conspiraciones se levantaron contra el gobierno con resultados mortales para sus responsables, disturbios asfixiaron sus ciudades más importantes; el pueblo estaba insatisfecho.
Calígula, por su lado, no dejaba que esto pusiera freno a su vida llena de extravagancias. El caballo al que había arropado como su propiedad más preciada tras la muerte de su padre, Incitato, fue nombrado cónsul y sacerdote del Imperio, aún frente a las críticas de los políticos y pensadores de la época. Sus fiestas se convirtieron en motivo de cotilleo debido a las cosas que allí pasaban y la locura del gobernante fue tomada como un hecho.
Diversos historiadores señalan que el emperador era un enfermo sexual, capaz de tener relaciones sexuales incestuosas con sus hermanas Agripina la Menor, Julia Drusila y Julia Livila. También ordenaba que las esposas de sus súbditos tenían que acostarse con él o incluso prostituirse en su beneficio. Además, se dijo que mataba por diversión y sin importar quién fuera su víctima: rivales o inocentes.
¿Qué pasó con Calígula?
El 24 de enero del año 41, el militar Casio Querea y algunos integrantes de la Guardia Pretoriana abordaron a Calígula y lo apuñalaron mientras este ofrecía una plática en el Senado. Cuando sus guardaespaldas se dieron cuenta del ataque, el gobernante ya había muerto.
Calígula, el hombre que creció en el ejército y fracasó en su intento por ser una luz en la oscuridad del Imperio Romano, tenía solo 28 años al momento de su asesinato. Milonia Cesonia y Julia Drusila, su esposa e hija, también fueron atacadas y murieron a manos de los conspiradores. Su tío, Claudio, logró escapar y negoció su ascenso al poder con aquellos que habían terminado con la vida de su sobrino.
Con la construcción de un nuevo futuro, el Senado ordenó restaurar la República sin seguir las pautas de Calígula. Las cosas siguieron su rumbo, salvo para los familiares sobrevivientes del emperador, quienes hicieron todo lo posible por resguardar sus restos. En el año 410, durante el saqueo de Roma, las cenizas de Calígula fueron robadas del Mausoleo de Augusto y dispersadas por los bárbaros.