Entre junio y septiembre, el río Amazonas deja 10 metros bajo el agua el hábitat del mayor felino de América. Un revelador estudio detalla cómo se adapta el animal a esta situación. ¿De qué se alimenta?
National Geographic Latinoamérica
Los grandes felinos, como los jaguares, leones y tigres, pero también los más pequeños, como los gatos domésticos, tienen la capacidad de trepar a los árboles. El comportamiento más esperado es que estos grandes felinos permanezcan entre las ramas durante unas horas o días dada la necesidad de cazar.
Sin embargo, un equipo de investigadores de Ecología y Conservación de Felinos en la Amazonía del Instituto de Desarrollo Sostenible Mamirauá, dirigido por el ecólogo Emiliano Ramalho presentó el estudio (publicado en la revista Ecological Society of America en 2021) que cambió la percepción que se tenía sobre el comportamiento de los jaguares que viven en la Reserva de Desarrollo Sostenible Mamirauá.
«El gran descubrimiento es que los jaguares de la reserva viven durante meses en lo alto de los árboles cada año. Un comportamiento que no se había documentado hasta entonces», dice el estudio titulado «Caminando sobre el agua: la inesperada evolución del estilo de vida arbóreo en un gran depredador superior en los bosques inundados del Amazonas».
Ramalho explica que, por lo general, la familia de grandes felinos busca el descanso en los árboles, caza, evita a los depredadores o competidores (como los leopardos y los pumas). Y algunas especies, incluidos los tigres y los propios jaguares, pueden incluso depredar animales arborícolas, acuáticos y semiacuáticos.
Sin embargo, el comportamiento más esperado, según el investigador, es que estos grandes felinos permanezcan entre las ramas durante unas horas o días, pero siempre vuelven al suelo: «Son animales terrestres y la mayoría de sus presas están en el suelo, por lo que tienen que bajar a cazar».
Por esta razón, la investigación que lideró Ramalho saca a la luz una nueva perspectiva sobre la vida de los jaguares de esta zona del Amazonas.
¿Cómo viven los jaguares en la cuenca del Amazonas?
La Reserva de Mamirauá, situada entre el río Amazonas y el río Japurá, está tomada por el ecosistema de la cuenca. Marcos Brito, ecólogo e investigador que también trabaja con el grupo de felinos en el Instituto Mamirauá, explica que este tipo de vegetación son llanuras fluviales cuyos bosques son inundados periódicamente por ríos de aguas blancas, o sea, con fango.
La zona de la reserva, de unos 11 240 kilómetros cuadrados, se inunda de tres a cuatro meses al año durante la temporada anual de crecidas de la cuenca del río Amazonas, de junio a septiembre. La subida del nivel de los ríos deja el hábitat de los jaguares bajo una media de 10 metros de agua.
«Los bosques de las cuencas amazónicas son zonas difíciles de imaginar para que un gran felino viva bien. Necesita alimentarse de una cantidad relativamente grande de comida, de animales que están en el suelo. Y durante el periodo de inundación no hay suelo», explica Brito.
Cabe destacar que la Reserva de Mamirauá alberga más de mil jaguares, según estimaciones del Instituto de Desarrollo Sostenible. «Son más individuos que en toda la Mata Atlántica», dice Ramalho.
Se estima que en todo el bioma de la Mata Atlántica quedan menos de 300 jaguares, según un trabajo de noviembre de 2016 en la revista Scientific Reports, publicado por Nature. El documento traza un mapa de la presencia del felino en el bioma.
Los jaguares de la Reserva de Mamirauá viven sobre los árboles durante los meses de junio a septiembre, cuando la región está a unos 10 metros de altura sobre el suelo.
FOTOGRAFÍA DE MARCOS BRITOS IDSM
Ramalho, que trabaja en el Instituto Mamirauá desde 2004, subraya que la capacidad de los jaguares del Amazonas para vivir en esta zona inundable generaba grandes dudas. «Lo que hicieron cuando el agua subió fue una incógnita ecológica«.
La hipótesis inicial de los investigadores, según explica el ecologista, era que cuando el terreno comenzaba a inundarse, los jaguares abandonaban la llanura de inundación en busca de un lugar seco con más opciones de presa. «Sin embargo, hemos recibido informes de las comunidades locales de que los animales no abandonan la zona. Así que buscamos entender cómo».
Una jaguar que dio a luz en la copa del árbol
Para entender cómo vivían los jaguares residentes en la reserva durante el periodo de inundación, el equipo de investigadores comenzó a seguir los movimientos de una hembra adulta, que en ese momento estaba embarazada. «El seguimiento mediante collares GPS mostró que esta hembra permaneció en la región de la reserva durante todo el año. Incluso dando a luz durante la inundación«, sostiene el investigador del Instituto de Desarrollo Sostenible Mamirauá.
Un cachorro de jaguar fotografiado entre los árboles durante una expedición en la Reserva de Mamirauá/AM.
FOTOGRAFÍA DE EMILIANO RAMALHO IDSM
«Esto sólo sería posible si hubiera vivido por encima del agua, en los árboles, nadando de árbol en árbol y alimentándose en la copa», explicó el investigador. Después de la hembra, el equipo siguió a otros ocho animales, cuatro hembras y cuatro machos, durante seis años.
«Después, observamos que no sólo las hembras y sus cachorros se quedaban en la cuenca, sino que los machos también lo hacían», dijo el ecologista. El estudio confirmó que los jaguares de esta región amazónica llevan una vida prácticamente acuática, nadando cada dos días, por término medio, y alimentándose de animales arbóreos. «Literalmente, no pisan el suelo durante tres meses al año«, cuenta Ramalho.
«Es la evolución de un estilo de vida único en un gran depredador terrestre», añade Brito, que ahora trabaja en el seguimiento continuo de estos animales.
Jaguar: un animal muy adaptable
«Esta adaptación es algo realmente impresionante y muy raro. Los jaguares son animales que nos sorprenden todo el tiempo», dice Sebastián Di Martino, director de conservación de la Fundación Rewilding Argentina, sobre el comportamiento observado en Mamirauá. El jaguar es uno de los objetivos de los programas conservacionistas de la organización sin ánimo de lucro, que pretende revertir la extinción de la especie.
Di Martino afirma que, además de ser un comportamiento poco frecuente, el descubrimiento del equipo brasileño refuerza la capacidad de los jaguares para sobrevivir en diversos entornos. «Se dan en prácticamente todo el continente americano, desde el sur de Estados Unidos hasta el norte de la Patagonia. Y utilizan diversas estrategias de adaptación, viviendo en hábitats muy diferentes».
Los mayores felinos de América se alimentan de todo, desde grandes mamíferos como los carpinchos hasta reptiles como los caimanes. En la llanura de inundación, los caimanes de anteojos y los perezosos son las principales presas.
FOTOGRAFÍA DE MIGUEL MONTEIRO IDSM
Uno de los ejemplos de la capacidad de adaptación de los jaguares es la lista de especies que entran en su dieta. Según Di Martino, la dieta de los jaguares es exclusivamente carnívora y consiste principalmente en mamíferos de tamaño medio y grande. Las especies de presa varían según el lugar donde se encuentre el animal.
«Se alimentan de grandes mamíferos, reptiles y aves. Pero en lugares como el Pantanal, sus principales presas son los capibaras y los tapires. En el Parque Iberá (en Argentina), comen mucho ciervo de los pantanos», ejemplifica Di Martino.
En el caso de los jaguares de Mamirauá, el 80% de su dieta consiste en reptiles, como el caimán de anteojos, y mamíferos arborícolas, como el perezoso de tres dedos. Ramalho asegura que «durante el periodo de inundación, los perezosos se convierten en el plato principal».
La adaptación al medio ambiente también se refleja en el tamaño de estos animales. Según el estudio del Instituto Mamirauá, los jaguares que viven en las llanuras aluviales del Amazonas son relativamente pequeños si se comparan con los que habitan en otras zonas del continente.
«Los machos de nuestro estudio pesaban una media de 53.5 kg. El mayor capturado en la reserva pesó 72 kg», dice Ramalho. Los jaguares del Pantanal o del Chaco argentino pueden llegar a pesar más de 100 kg.
Jaguares en peligro de extinción: cómo la cuenca hidrográfica preserva al mayor felino de América
Según los investigadores de Mamirauá, el estudio también plantea cuestiones sobre cómo la preservación de los entornos de las cuencas hidrográficas implica en la conservación de las poblaciones de jaguares.
«La observación de la singular interacción entre los jaguares y la cuenca hidrográfica ha generado datos que aumentan la relevancia de estos bosques para la preservación de una especie que es un símbolo de la biodiversidad brasileña», afirma Ramalho.
Actualmente, según el Instituto Mamirauá, los bosques de las cuencas se encuentran entre los ecosistemas más amenazados en el Amazonas, ya que, según Ramalho, este entorno inundado es súper productivo, lo que genera un conflicto de intereses en la región.
«Es una zona que tiene un suelo fértil para las plantaciones, como la mandioca, el arroz y la sandía, tiene especies arbóreas de interés comercial y alberga una gran diversidad y densidad de animales acuáticos, lo que aumenta el potencial pesquero de estos lugares”, dice Ramalho.
Las principales amenazas para los jaguares
Estas amenazas no se producen solo en la llanura de inundación del Amazonas. Los conflictos con las actividades agrícolas y la pérdida masiva de entornos debido a la explotación de los recursos naturales son los principales factores que afectan a las poblaciones de jaguares en todo el continente americano, tal como señala Di Martino.
«Algunas producciones humanas que destruyen los hábitats de los jaguares son la minería a gran escala, la exploración de gas natural, los cultivos intensos -como el de la soja- y las grandes presas hidroeléctricas», expresa el investigador argentino.
En todo el continente americano, los jaguares ya se han extinguido en lugares como Uruguay y El Salvador, según la Fundación Rewilding (una organización no gubernamental argentina dedicada a preservar la especie). En Estados Unidos quedan pocos animales, en su mayoría machos solitarios, según Di Martino, y en Argentina sobreviven entre 200 y 250 individuos. «Más del 90% del área de distribución de los jaguares en Argentina se ha perdido por conflictos por la tierra».
Además de estos riesgos, el cambio climático también es motivo de preocupación. Los datos del Instituto Mamirauá, informan los investigadores, demuestran que el régimen de períodos secos y llenos de la selva inundable (amenazada por el calentamiento global y otras actividades humanas) es importante para la reproducción y el mantenimiento de las poblaciones de jaguares en la Amazonia.
«Nuestra esperanza es que trabajos como éste puedan mostrar la importancia de mantener estos hábitats en la conservación del jaguar», concluye Ramalho.