Braulio Bacilio Caballero demoró casi seis años en regresar a casa de sus abuelos maternos, en Nezahualcóyotl, Estado de México, pero lo hizo dentro de un féretro y para ser despedido por sus seres queridos.
Ayer, alrededor de las 16:00 horas, sus restos llegaron al domicilio de la Colonia Metropolitana, donde se realizó el velorio.
Hoy, alrededor de las 14:00 horas fue sepultado en el Panteón Los Rosales, en Chimalhuacán.
Para su familia que lo buscó hasta encontrarlo, los colectivos que los apoyaron y el abogado que los representa, el menor fue víctima de desaparición ‘institucional’.
El término, explican, hace referencia a la cadena de errores que cometieron las dependencias involucradas en el caso para que su cuerpo no pudiera ser identificado y fuera enviado a una fosa común.
Braulio tenía 13 años cuando fue atropellado el 28 de septiembre de 2016, en el Cetram Pantitlán, Alcaldía Venustiano Carranza.
Horas más tarde falleció en el Hospital General Balbuena y su cuerpo fue llevado al Instituto de Ciencias Forenses (Incifo).
Sin embargo, para su familia permaneció como desaparecido debido a las omisiones de los funcionarios que intervinieron en el proceso.
Desde los socorristas y los médicos que lo registraron con datos incorrectos, hasta los especialistas forenses que no cotejaron la información con pruebas científicas.
Además del personal de la Fiscalía que se limitó a iniciar la denuncia y en diferentes etapas de la investigación revictimizó a los deudos.
Hasta abril de 2022, la familia logró que se actualizaran los datos de búsqueda de Braulio y así dieron con un cuerpo similar en los registros del Incifo.
Un mes después consiguieron que fuera exhumado para ser sometido a una confronta genética, cuyos resultados confirmaron las sospechas de sus padres.
Ayer lidiaron por última vez con la indolencia de las autoridades y recibieron los restos de Braulio.